Pasado, presente y futuro de las criptomonedas

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Hace ya 14 años que Bitcoin hizo su aparición en el panorama financiero. Desde entonces, muchas cosas han cambiado para el conjunto de las criptomonedas. Aún hoy existe un encendido debate sobre si se puede hablar de éxito o fracaso, y hay muchas dudas en ambos lados. Sin embargo, en el artículo de hoy vamos a abstraernos de estas discusiones, para ver cómo hemos llegado hasta aquí. Una vez tengamos esa visión clara, tendremos más herramientas para determinar cuál puede ser el futuro de las criptomonedas en el corto plazo.

Para este análisis, tendremos en cuenta los riesgos existentes, así como sus logros y amenazas. Esto, en cualquier caso, está muy condicionado por cada país, por lo que será necesario extrapolar los resultados. Además, la incertidumbre acerca del impacto del metaverso o las CBDC dificulta las predicciones de este. En cualquier caso, el análisis histórico resultará útil para entender el contexto en el que nos encontramos actualmente.

Origen

Como ya vimos en uno de los primeros artículos del blog, Bitcoin nació a finales de 2008. Fue la primera criptomoneda lanzada como tal, y supuso el primer proyecto de gran reconocimiento basado en tecnología blockchain. En sus primeros años despertó mucha desconfianza, especialmente por parte de las autoridades financieras. Se trataba de una tecnología muy poco explorada hasta entonces y había pocas garantías de que fuese un proyecto serio. Tanto era así que, en términos de precio, Bitcoin no alcanzó el dólar de cotización hasta los 3 años después de su lanzamiento.

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Con el paso de los primeros años se fueron incorporando otros proyectos al mercado cripto (casos de Ethereum, Cardano, etc.). Estas nuevas criptomonedas empezaron a atraer la atención de los inversores, y el dinero de los minoristas empezó a inundar el mercado de los criptoactivos. Sin embargo, el uso de estos activos se limitaba únicamente a su potencial inversor. El número de empresas que admitían las criptomonedas como medio de pago era mínimo, y los usuarios no hacían este uso de ellas.

Sin embargo, las fuertes revalorizaciones experimentadas por Bitcoin empezaron a hacer mella en los medios de comunicación. Las autoridades seguían mostrándose escépticas, pero cada vez era mayor el número de usuarios interesados en conocer las criptomonedas. Además, en esta época (hasta 2015), se produjeron algunos de los mayores robos de criptomonedas de la historia. Muchas plataformas de intercambio cerraron debido a las pérdidas millonarias sufridas por sus clientes. Todo esto no hizo sino aumentar la preocupación de las autoridades, y muchos países empezaron a prohibirlas.

Con el número creciente de inversores, empezaron también a aparecer los primeros problemas técnicos de las criptomonedas. Discusiones sobre su falta de escalabilidad o la eficiencia de sus algoritmos de consenso pusieron en vilo a la comunidad.

Estado actual

En los últimos 5 años aproximadamente, la popularidad de las criptomonedas ha sido claramente creciente. Han nacido miles de proyectos, y muchos de ellos se han asentado como firmes competidores en el sector. Además, estos no nacen exclusivamente como medios de pago, sino que buscan ser plataformas completas para aplicaciones descentralizadas. En este grupo hemos podido encontrar múltiples proyectos como Ethereum, Polkadot o Cardano entre otros.

futuro de las criptomonedas

Este crecimiento del número de proyectos se ha visto acompañado, además, por la llegada de los llamados “inversores institucionales”. Se trata de grandes compañías e instituciones financieras que han apostado fuertemente por el crecimiento de las criptomonedas. Adicionalmente, sigue creciendo el número de empresas que las aceptan como medios de pago. Otras compañías, sin embargo, han apostado por el desarrollo de servicios basados en la misma tecnología.

La entrada de estos nuevos participantes en el mercado ha servido, entre otras cosas, para disparar aún más su cotización y generar mayor interés. En el caso de Bitcoin, de hecho, se ha llegado a hablar en múltiples ocasiones de una burbuja especulativa. En términos tecnológicos también se han producido grandes avances. Se han desarrollado nuevos monederos para garantizar la seguridad de los usuarios, y han aparecido algoritmos de consenso más eficientes. Además, el desarrollo de canales de pago y otras soluciones ha mejorado la escalabilidad de estos activos.

Por último, en términos regulatorios también ha habido avances significativos. Si bien China ha prohibido definitivamente toda actividad relacionada con las criptomonedas, esta prohibición no ha sido generalizada. En la Zona Euro ya se trabaja en un borrador de normativa para estos productos, y en El Salvador han declarado Bitcoin como medio oficial de pago. Todo esto, impensable hace unos años, permite cierto optimismo de cara al futuro, sobre todo para ciertos países.

Crisis de identidad

Sin embargo, parte del estado actual de las criptomonedas podría identificarse con una crisis de identidad. Si atendemos al propósito de convertirse en la nueva moneda del pueblo, descentralizada y universal, las criptomonedas están muy lejos del objetivo. Tan sólo Bitcoin ha mostrado puntualmente la capacidad de acercarse a ese nivel en algunos países, y no ha sido definitivo.

De hecho, lo que está ocurriendo más bien es un cambio en la ideología subyacente. Vistas las dificultades técnicas, regulatorias y comerciales a las que cualquier medio de pago se debe enfrentar, las criptomonedas se han reorientado como productos de inversión. Los volúmenes de dinero invertido y las revalorizaciones alcanzadas son el mejor atractivo para estos productos. Si añadimos una correlación baja con el resto de activos, puede considerarse un instrumento interesante para los inversores.

Adicionalmente, hay que tener en cuenta la entrada en juego de las CBDC. Estas complementarán al dinero en efectivo, aprovechando la tecnología de las criptomonedas, pero manteniendo el control de las emisiones. De esta forma, supondrán una competencia directa para las criptomonedas, y cuentan con el apoyo de las autoridades.

Por último, hemos visto como el concepto de criptomoneda se ha ampliado significativamente en los últimos años. Ya no solo se trata de monedas de origen descentralizado y digital, sino que aparecen los NFT, muy utilizados en aplicaciones de ocio. Además, contamos con las CBDC y las stable coins, cada vez con mayor importancia en el sector. Todo esto ha provocado un crecimiento enorme del sector de las criptomonedas, a costa de diluir su significado original.

Futuro de las criptomonedas

De cara al futuro de las criptomonedas, es clave identificar cuál va a ser el resultado de la crisis de identidad mencionada. Si bien puede ser muy beneficiosa para el conjunto del sector, parece alejar a las criptomonedas de su propósito inicial. En cualquier caso, hay que reconocer que hace unos años no se esperaba un crecimiento como el experimentado. Las criptomonedas se han asentado (parece que de forma definitiva) en el panorama financiero. Ya no se trata de un producto exclusivo de minoristas, sino que cada vez son más las empresas que las utilizan de una u otra forma.

La relación de estos activos con otras innovaciones tecnológicas como el metaverso puede seguir impulsando su uso. En este sentido, cabe destacar los avances logrados. Además, son muchos los sectores que se han visto beneficiados por la llegada de estos activos. En el terreno minorista, muchos inversores han considerado a Bitcoin como un depósito de ahorro para protegerse de fenómenos inflacionistas.

Por todo lo anterior, parece que las criptomonedas han llegado para quedarse. No es probable que vayan a sustituir al dinero fíat como medio de pago, pero su importancia en el panorama financiero muy probablemente seguirá creciendo. Es esperable una integración mayor con otras innovaciones del sector privado, en todos los ámbitos. Desde el punto de vista público, también es probable una mayor regulación. Todo esto aportará mayor transparencia, publicidad y seguridad a las criptomonedas, que servirá para situarlas definitivamente en el lugar que les corresponde.

Conclusión

La historia de las criptomonedas es aún corta para juzgarla con una perspectiva correcta. Apenas 14 años de desarrollo no son suficientes para evaluar su impacto, pero sí parece claro que tienen un futuro prometedor. La evolución de las regulaciones, así como el éxito o fracaso de los proyectos, nos aclararán si nos hemos precipitado con ellas o si son tanto como prometían.

Bitcoin en El Salvador

En este sentido, los nuevos proyectos han pretendido eliminar algunas de las desventajas de los proyectos iniciales. Entre ellas están la falta de escalabilidad, la seguridad del algoritmo o la concentración de algunos proyectos que se presentaban como descentralizados. Además, la irrupción de proyectos privados o semi-privados ofrece la posibilidad de aprovechar la tecnología blockchain en entornos mucho más controlados. Esto permite mucha mayor flexibilidad para las compañías e instituciones públicas y privadas.

Sin embargo, si bien es cierto que existe dicho potencial de crecimiento, también lo es que debe ser aprovechado. Esto implica que, si experiencias como la de El Salvador no funcionan, podría suponer un grave retroceso. Recordemos que se trata de un tipo de activo cuyo éxito descansa principalmente en la confianza de los usuarios (esta es, a fin de cuentas, una de las consecuencias de la descentralización).

Es por ello que habrá que estudiar con detenimiento su evolución en los próximos años, sobre todo a nivel regulatorio, para ver si todo ese potencial es aprovechado, o si finalmente todo se queda en un nuevo activo financiero que sirva como producto de inversión (lo cual tendría previsiblemente poco éxito si la tecnología subyacente se estanca).

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