Introducción
En artículos anteriores ya hemos comentado cómo funciona, a grandes rasgos, la tecnología subyacente de Bitcoin. Sin embargo, esta tecnología fue diseñada con unos objetivos muy concretos. Bitcoin aspiraba a ser la moneda del pueblo, un medio de pago rápido, fiable y eficiente. En la actualidad, su éxito es más debido a su revalorización como producto de inversión. Sin embargo, parece lógico pensar que la cotización de Bitcoin creciese a medida que se impusiese como medio de pago, que era su objetivo inicial. En este sentido, pretendía convertirse en una alternativas a medios de pago tradicionales como las tarjetas de crédito.
Recordemos que, según el documento que publicó Satoshi Nakamoto, la criptomoneda nació con la finalidad de convertirse en un sistema de pago descentralizado, anónimo y seguro. Estaba diseñado para pequeños pagos a distancia, con transacciones irreversibles y baratas. Hemos analizado a continuación estos y otros aspectos con su funcionamiento en el caso de las tarjetas de crédito. La idea es ver hasta qué punto tiene sentido equiparar ambos medios de pago para un uso similar.
Elementos de comparación
Para llevar a cabo una comparación efectiva, es necesario definir qué aspectos vamos a tener en cuenta. Las tarjetas de crédito son un medio de pago de origen privado, pero ampliamente aceptado en el mundo. Las criptomonedas, y Bitcoin en particular, tienen un origen más descentralizado y su aceptación va en aumento aunque es mucho más reducida. La tecnología subyacente de ambos sistemas es diametralmente distinta, pero sus características como medios de pago sí son comparables. Por ello, analizaremos y explicaremos la presencia de una serie de rasgos en base a la siguiente tabla:
Bitcoin | Tarjetas de crédito / débito | |
---|---|---|
Seguridad | ||
Rapidez | ||
Escalabilidad | ||
Privacidad, transparencia y anonimato | ||
Descentralización | ||
Coste | ||
Irreversibilidad de las transacciones |
Seguridad
La vulnerabilidad de las casas de cambio y el almacenamiento en monederos son la principal fuente de críticas hacia la seguridad en las criptomonedas. De hecho, estas críticas muy por encima de las recibidas por la seguridad de la propia red, debido a los grandes ataques de hackers que se han producido hasta el momento. Igualmente, la fragilidad de contraseñas y estafas a los usuarios preocupan mucho más que la posibilidad de un ataque de doble gasto, por ejemplo.
En los sistemas tradicionales, aunque también existen estos riesgos, la aparición de las entidades centrales permiten canalizar las reclamaciones y, en la mayoría de los casos, recuperar todo o gran parte del dinero invertido, lo que no es posible en Bitcoin, al menos actualmente. Además, el hecho de contar con entidades privadas detrás de estos sistemas (como la emisora de la tarjeta o el propio banco), facilita mucho cualquier tipo de reclamación.
Por ello, podríamos decir que ambos sistemas cuentan con un suficiente nivel de seguridad. Bitcoin se apoya en su tecnología y en el tamaño de su red. Las tarjetas, por ssu lado, se apoyan en las instituciones financieras como el Banco Central y todo el sistema bancario adyacente.
Rapidez
Si analizamos la rapidez de las transacciones, Bitcoin sale perdiendo frente a los sistemas tradicionales, debido a las limitaciones de los bloques. La tecnología de blockchain hace que solo se puedan añadir un limitado número de transacciones a la red. Los bloques son minados cada 10 minutos, lo que equivale al registro de apenas 7 transacciones por segundo. Sin embargo, los sistemas de tarjetas de crédito como Visa afirman ser capaces de procesar hasta 24.000 transacciones por segundo. Esta cifra, por lo tanto, queda muy lejos del alcance de cualquier criptomoneda, y de Bitcoin en particular.
Todo esto sin tener en cuenta que, para que una transacción se considere definitiva, es aconsejable esperar a que se registren un total de 6 bloques detrás del nuestro, lo que incrementa el tiempo de registro a 60 minutos, algo totalmente inaceptable en un medio de pago global.
La forma de proceso de transacciones también es muy distinta. Mientras que el registro de transacciones con tarjetas es prácticamente instantáneo, el registro en Bitcoin depende del minado de bloques. Por ello, cada transacción no se considerará registrada hasta que el bloque en el que está incluida haya sido minado. Como hemos indicado, esto no será antes de 10 minutos en el mejor de los casos. ¿Os imagináis tener que esperar 10 minutos cada vez que queréis usar vuestra tarjeta de crédito? Probablemente todo el mundo volvería a usar el efectivo.
Ocurre además que el sistema de Bitcoin funciona en base a las comisiones ofrecidas por el usuario en cada transacción. Esto provoca que en momentos de congestión de la red sólo aquellos usuarios que estén dispuestos a pagar comisiones más altas verán sus transacciones realizadas. Esto además está muy relacionado con la escalabilidad de la red.
Escalabilidad
El número de transacciones por segundo no solo está relacionado con la rapidez de cada sistema, sino sobre todo con su escalabilidad. Este rasgo hace referencia a la capacidad del sistema de adaptarse cuando aumenta su demanda de uso. En el caso de Bitcoin, los picos de demanda provocan auténticos cuellos de botella, porque la velocidad de minado no puede ser modificada.
Sin embargo, en un sistema centralizado como el de las tarjetas de crédito, es mucho más fácil incrementar la capacidad del sistema. Esto permite reaccionar mejor cuando hay aumentos en la demanda, y por lo tanto la eficiencia del sistema no se ve comprometida.
El problema de la escalabilidad ya ha sido abordado en múltiples ocasiones por la comunidad de desarrolladores de las criptomonedas, pero aún no se ha llegado a un consenso universal. En cualquier caso, viene bien conocer cuáles son las principales alternativas desarrolladas hasta el momento.
Privacidad, transparencia y anonimato
Cualquier sistema de pago que se precie debe ofrecer a sus usuarios cierto grado de anonimato en las transacciones. De hecho, este es uno de los grandes atractivos del dinero en efectivo. Nadie quiere que se sepa públicamente el detalle de las transacciones que uno hace con el resto de usuarios. Bitcoin publica en su red el detalle de todas las transacciones, y sin embargo es muy apreciada por ello. ¿Cómo es esto posible?
Bitcoin publica todas las transacciones a todos los participantes como forma de mantener la transparencia. Sin embargo, la identidad de los usuarios se mantiene en secreto, ya que estos están identificados con una doble clave que el resto de los usuarios desconoce. Los sistemas tradicionales, sin embargo, no publican las transacciones más que por motivos de auditoría. Su identidad es conocida por la entidad financiera, y esta se encarga de salvaguardar los datos de los usuarios.
De esta forma, en los sistemas tradicionales las transacciones son conocidas únicamente por los involucrados y por las entidades financieras correspondientes. Con Bitcoin, toda la red sabe que alguien ha realizado una determinada transacción, pero no es sencillo averiguar quién es el autor último de la misma. Por lo tanto, ambos sistemas abordan de forma muy distinta la privacidad en las transacciones, pero en ambos casos, la identidad última del usuario debería estar bien protegida.
Descentralización
En el caso de la descentralización, Bitcoin está claramente por delante de cualquier sistema tradicional. Los sistemas de pago por tarjeta dependen de la entidad bancaria, que actúa como intermediario de confianza. En Bitcoin, sin embargo, es el conjunto de nodos de la red el responsable de la inclusión de nuevas operaciones, por lo que no existe la figura de una autoridad central.
Aun así, es necesario recordar el alto coste energético y de recursos que exige Bitcoin a los nodos mineros. Esto hace que los nodos se agrupen progresivamente (tendencia a un oligopolio), lo que disminuye la descentralización. En cualquier caso, múltiples sistemas de pago están buscando soluciones con mayor grado de descentralización para poder aprovecharse de sus ventajas.
Coste
Respecto al coste de estas transacciones, no es alto actualmente en ninguno de los dos sistemas. En el caso de Bitcoin, las comisiones están muy ligadas a la congestión de la red en cada momento. Cuanto mayor sea la demanda, mayor será la comisión mínima para registrar la operación en un tiempo razonable.
En un sistema tradicional dicho coste suele depender de la entidad bancaria que se utilice. Sin embargo, las diferencias son mínimas, aunque se suelen incrementar cuando se paga desde un país ajeno al de la entidad origen.
Irreversibilidad de las transacciones
Por último, el tipo de transacciones en Bitcoin se considera irreversible en la medida en que nuevos bloques se van incorporando a la cadena, dificultando así la invalidez del mismo. Cuanto mayor sea el número de transacciones que hay en la red después de la nuestra, menos posibilidades existen de que se cree una “rama adicional” de bloques en la que mi transacción no se haya producido y que por lo tanto no exista a ojos de la red (los llamados “bloques huérfanos”).
En un sistema tradicional, sin embargo, resulta razonablemente sencillo revertir cualquier transacción con tarjeta. Ya sea contactando con la entidad o con el comercio afectado, es posible cancelar casi cualquier cargo siempre que se aporte la documentación necesaria.
No está claro si este rasgo de los sistemas de pago es algo positivo o negativo para el mismo. En este sentido, existe una gran discusión acerca de si cualquier transacción debería poder deshacerse a petición del usuarios. Los datos, sin embargo, respaldan claramente a los sistemas tradicionales en este aspecto.
Conclusión
Vemos por lo tanto que, si bien es cierto que el número de negocios que aceptan pagos en Bitcoin es cada vez mayor, lo cierto es que como sistema de pago tiene aún grandes carencias que resolver frente a los sistemas tradicionales. La solución de Bitcoin permite la descentralización y la irreversibilidad de las transacciones. Además, no renuncia a la seguridad ni a la privacidad de los usuarios.
Sin embargo, no puede competir con la rapidez ni la escalabilidad de los sistemas tradicionales. De esta forma, parece difícil que pueda asentarse a largo plazo como medio de pago. A pesar de esto, algunos países como El Salvador han decidido adoptar Bitcoin como medio de pago oficial. Esto es, sin duda, la mejor forma de poner a prueba su funcionamiento, y en unos años podremos ver hasta qué punto Bitcoin ha tenido éxito en sus ambiciones. Hasta entonces, se mantendrá como producto de inversión, condición en la que ya está más que asentado.