¿Cómo identificar una burbuja en el mercado de las criptomonedas?

Introducción

Antes de responder a esta pregunta, deberíamos definir técnicamente qué es una burbuja. De esta forma, podremos saber si las criptomonedas, o Bitcoin como su máximo representante, entran dentro de esta definición. Usaremos el concepto de Robert Schiller, (premio Nobel de Economía y autor de “Irrational Exuberance”). Según el mencionado autor, las burbujas son:

Una burbuja es una situación en la que las noticias de aumentos de precios estimulan el entusiasmo de los inversores, que se propaga por contagio psicológico de una persona a otra persona, amplificando en el proceso las historias que podrían justificar el aumento del precio e incorporando una clase cada vez mayor de inversores que, a pesar de las dudas sobre el valor real de una inversión, se siente atraído por ella en parte por la envidia de los éxitos de los demás y en parte por el entusiasmo de los inversores.

Robert J. Shiller, Premio Nobel de Economía

En este sentido, R. Schiller no es el único premio Nobel que no ha dudado en calificar a Bitcoin como “el mejor ejemplo de una burbuja especulativa”. A él se unen otros economistas de gran prestigio como Paul Krugman o Joseph Stiglitz. Estos últimos también consideran injustificadas las subidas de precio que se produjeron en 2021. Sin embargo, por cada detractor, podemos encontrar no sólo inversores particulares, sino también institucionales, que aseguran que Bitcoin supone una revolución en el mundo financiero y que su evolución como inversión está totalmente justificada.

Historia de las burbujas

Además de una correcta definición, viene bien conocer ejemplos de burbujas históricamente reconocidas como tales. No siempre es fácil diferenciar lo que es una burbuja especulativa de lo que es una subida de precios continuada. En múltiples ocasiones, sólo una perspectiva a largo plazo nos ayuda a distinguir lo que realmente es un burbuja. En este sentido, mencionaremos a continuación 3 de las burbujas más reconocibles de la historia económica. Así, podremos ver si se parecen al comportamiento de las criptomonedas durante el año 2021.

Burbuja de los tulipanes

Considerada como la primera burbuja especulativa de la historia, esta se produjo en la tercera década de siglo XVII. Fue el exotismo de estas flores y el éxito de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales lo que provocó que los tulipanes se convirtieran en un objeto de deseo y símbolo de riqueza para toda la población de los Países Bajos. Hubo personas que vendieron sus casas o invirtieron el trabajo de varios años por un bulbo de la flor.

Durante los primeros años (hasta 1635 aproximadamente), el precio de los bulbos de tulipanes siguió creciendo sin medida. En 1636, una epidemia de peste bubónica diezmó la población holandesa, lo que encareció aún más los precios. La fiebre por estos productos era tal que se llegó a crear un mercado de futuros de tulipanes.

La subida de precios parecía no tener fin, hasta que un día de febrero de 1637 un lote de tulipanes no encontró comprador. Esa situación fue el momento de inicio de la explosión de la burbuja. Entre las causas, se encontraron los rumores de un posible colapso del mercado tras años de imparables subidas. A partir de ese momento, todo el mundo empezó a vender, los precios se desplomaron y todos los inversores perdieron sus ahorros.

Burbuja de las empresas «punto.com»

Otro gran ejemplo de burbuja especulativa, pero mucho más reciente. A finales del sigo XX en EEUU, con la aparición de Internet, la popularidad de las empresas tecnológicas se disparó. Había grandes expectativas depositadas en los negocios relativos a internet, y eso provocó que no se valoraran correctamente las empresas. Muchas compañías salieron a bolsa recaudando millones de dólares, y todo el mundo quería ser partícipe de la gran inversión.

Alan Greespan, entonces presidente de la Reserva Federal, advirtió de la existencia de «exhuberancia irracional» en el mercado. El índice Nasdaq 100, que recogía las 100 empresas más grandes del sector tecnológico, no paraba de crecer. Todo ello reflejaba una increíble fiebre por los negocios tecnológicos. Lo cierto es que las valoraciones reales de las empresas estaban muy por debajo de sus cotizaciones. En este sentido, viene bien recordar que, según Warren Buffet, «precio es lo que pagas, y valor es lo que recibes.» Seguramente entonces esto no se tuvo en cuenta.

A finales de 2002, la burbuja explotó, y muchas de las empresas que prometían grandes beneficios quebraron. Las valoraciones empezaron a caer, y el resto del mercado se contagió, provocando la primera gran crisis económica del siglo XXI.

Burbuja de las hipotecas basura

La última gran crisis financiera global fue consecuencia de una burbuja especulativa. Tuvo su origen en EEUU, aunque tras la burbuja, la crisis se propagó por todo el mundo rápidamente. Durante muchos años, las entidades bancarias en EEUU concedieron préstamos hipotecarios con demasiada facilidad. Muchas personas con una calidad crediticia dudosa cuanto menos obtuvieron sus hipotecas, y el mercado inmobiliario creció.

Además, múltiples entidades financieras utilizaron estos préstamos para crear productos de inversión complejos y de un riesgo más elevado que el que se vendió. Las entidades calificadoras no cumplieron con sus labores de evaluación de riesgos, y los productos fueron vendidos a bancos de inversión por todo el mundo.

Como consecuencia, cuando los deudores empezaron a incumplir sus pagos, estos productos empezaron a perder valor. En 2008, Lehman Brothers, el mayor banco de inversión del mundo, se declaró en quiebra. La mayoría de sus clientes habían huído de las inversiones, y estas habían perdido todo su valor. Fue el inicio de la gran crisis financiera que asoló el mundo durante los años siguientes.

Los datos

En el mundo de las criptomonedas, hemos visto algunos episodios que pueden recordar a los descritos anteriormente. Elon Musk, de hecho, mostró su apoyo a la criptomoneda al comprar bitcoins por valor de 1.500 millones de dólares. Ese mismo día, después de publicarse la noticia, su cotización subió un 17%. Esto es una muestra de lo poco que hace falta para disparar el precio de las criptomonedas. Por otro lado, Bitcoin ha crecido mucho desde su aparición, y no solo en términos de valoración económica.

En la evolución de las criptomonedas, es cierto que la propagación entre el público minorista es cada vez mayor. A ello se añade el hecho de que su publicidad sea cada vez más patente en entornos fuera del sector financiero. De hecho, la CNMV ya ha realizado una consulta pública para regular la publicidad que puede hacerse de estos activos. Además, su aceptación como medio de pago en múltiples comercios ha seguido incrementándose en los últimos años. Vamos a ver, en números, la evolución de Bitcoin en 2021:

Con estos datos, ya conocemos varios motivos por los que se consideró en 2021 que había una burbuja en Bitcoin. Sin embargo, hay elementos más cuantificables para identificar burbujas especulativas. Igualmente, hay elementos que justifican de alguna forma el crecimiento de Bitcoin desde su aparición. Veremos todos ellos para poder comparar.

Factores determinantes de una burbuja

Los siguentes factores no son exclusivos de una burbuja, aunque sí son elementos comunes. Su aparición debería, como mínimo, llamar la atención de los inversores.

  1. Alto nivel de volatilidad – La volatilidad anualizada de Bitcoin es cercana al 114%, casi 10 veces superior a la de otros activos. Las acciones, por ejemplo, tienen aproximadamente un 20% de volatilidad anual. Volatilidades tan elevadas reflejan que una parte importante de las variaciones del precio son reflejo puramente del sentimiento inversor y no tanto de cambios en el valor intrínseco del activo.
  2. Incrementos verticales de cotización – Pocos activos hay en el mundo que puedan presumir de los crecimientos que presenta Bitcoin. Un 76% en apenas tres meses (tras experimentar una subida superior al 1000% en 2021) no parece justificable.
  3. Sentimiento desligado del valor intrínseco – Algunas de las mayores subidas diarias en la cotización de Bitcoin se han apoyado en argumentos poco sólidos. Entre estos podríamos nombras menciones en redes sociales de personajes influyentes, entre otros muchos.
  4. Precio por encima de valor – La evolución de las criptomonedas como medio de pago, y más concretamente la de Bitcoin, no ha presentado de momento soluciones estables a sus problemas . Aunque cada vez un número mayor de empresas acepta pagos en Bitcoin, lo cierto es que sigue sin ser realmente escalable. De hecho, una parte muy significativa de los inversores la utilizan únicamente como producto de inversión, no como medio de pago.
  5. Prohibición de uso en algunos países – Algunos países como China, India o Turquía han prohibido las transacciones con Bitcoin. Posiblemente esto no hubiera ocurrido si el impacto en la comunidad inversora no hubiera sido tan fuerte. El control de las autoridades en las inversiones también puede representar la preocupación por una burbuja subyacente.

Factores que descartan una burbuja

Por otro lado, como hemos mencionado, existen factores que justifican la existencia de Bitcoin más allá de su cotización. Según estos factores, hay argumentos para justificar una parte importante del crecimiento de su precio.

  1. Aceptación cada vez mayor de comercios – el número de pequeñas y grandes compañías que aceptan pagos en Bitcoin no ha dejado de crecer. De hecho, algunas plataformas de pago como Paypal también las admiten, lo que es un signo inequívoco de su apuesta por la criptomoneda.
  2. Justificación por análisis técnico – los mayores entusiastas de la inversión en criptos siguen encontrando argumentos en el análisis técnico de su cotización para apostar por continuas subidas en su cotización. Este argumento no hace referencia al valor del activo, pero tiene mucho apoyo entre inversores.
  3. Entrada de inversores institucionales – durante 2020 hemos visto la publicación de grandes posiciones en Bitcoin por parte de grandes empresas. Esto hace pensar que la cotización ya no se mueve solo por la euforia minorista, sino que los inversores institucionales también apuestan por ella.
  4. Impacto del “halving” – esto es la reducción cada 4 años de las recompensas a los mineros de Bitcoin y tiene un gran impacto en su cotización. Implica una drástica reducción de la nueva oferta de la criptomoneda, y por lo tanto, el precio sube. Hay quienes consideran, sin embargo, que este efecto es artificial, ya que no se corresponde con un mayor valor intrínseco de Bitcoin.

Conclusión

En cualquiera de los casos vistos hasta ahora ha resultado imposible demostrar la existencia de burbujas especulativas. Sin importar el mercado, lo cierto es que hay rasgos comunes entre todas ellas, pero el reconocimiento de la burbuja solo llega pasados unos años. De hecho, hay múltiples ejemplos de economistas e inversores que alegan la existencia de burbujas continuamente. En este sentido, no se trata de acertar o no, ya que no son ciencias exactas, sino de ser precavidos.

En el caso concreto de Bitcoin, hemos sido testigos de cómo a lo largo de 2022 el precio ha caído un 60%. Muchos podrían justificar que esto por sí solo ya justifica la burbuja de 2021, pero no es así. De hecho, la caída del precio ha coincidido con el conflicto que sigue enfrentado a Rusia y Ucrania, dos países con gran presencia en el mercado cripto. Además, las caídas del precio parecen haber llegado a su límite, muy por encima de la cotización de años atrás.

Por todo lo anterior, resulta muy difícil demostrar la existencia o no de una burbuja especulativa incluso después de que haya explotado. Sin embargo, hemos podido ver que hay motivos para la preocupación. En este sentido, siempre vamos a encontrar razones que justifiquen burbujas en casi cualquier tipo de activo de inversión. De la misma forma, encontraremos las razones contrarias si estamos decididos a invertir en dichos activos.

Lo importante es conocer bien la situación para juzgar por nosotros mismos y tomar la mejor decisión. A veces, los mantras clásicos de la inversión, como que “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”, pueden resultar útiles. Por ello, debemos invertir porque confiemos en el valor de un producto, no por la tendencia del mercado.

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